La visita que me hizo un equipo de estudiantes del Master of Research for Design and Innovation
de Elisava para conocer mi opinión sobre el futuro del diseño me ha servido
para refrescar mi punto de vista al respecto. Estas situaciones espontáneas son
estimulantes ya que permiten revisar y actualizar opiniones formadas a lo largo
tiempo ya que, sin darnos cuenta, quedan
cómodamente desfasadas.
Sobre la situación actual de las tendencias opiné que era un
momento totalmente ecléctico. La normalización y estandarización de la
actividad ha relajado el debate sobre ismos y corrientes. La prolífica
incorporación de nuevas generaciones de profesionales formados desde una base
de cultura proyectual diversa, con coordenadas más internacionales y con un
discurso teórico entre poético y pragmático, han trufado el panorama con
diferentes tendencias que van desde las neo-artesanales, digital-disruptivas,
poético-conceptuales, tecno-sofisticadas, ingenio-sostenibles, etc…
En nuestros días el diseñador, frente a como lo habíamos
entendido hasta ahora, queda descolocado por diversas causas. Algunas de sus
funciones podrán ser ofrecidas mediante aplicaciones algorítmicas y
decodificaciones del hecho creativo, al menos en este sentido se está
investigando. En un escenario próximo, con las facilidades que proporcionan las
tecnologías digitales para la práctica de esta actividad, la economía
colaborativa, el open-source, la co-creación, la autoproducción, etc…
producirán un diseño con un estándar y una calidad media que será muy bien
aceptado por la mayoría de los usuarios. Es llamativo el título del último
libro de Ezio Manzini, que publica en castellano la Editorial Experimenta,
“Cuando todos diseñan”. En poco tiempo hemos pasado del “diseño elitista de
autor” al “diseño para todos” y finalmente a “todos somos diseñadores”. No sé
si diseñar era un objetivo y una aspiración de todo el mundo aunque no discuto
las bondades de practicarlo de manera generalizada.
La creación de nuevas especialidades del diseño que surgen
para dar respuesta a los retos científicos y tecnológicos, junto con el declive
de las humanidades en la Universidad, vaticinan un futuro marcado por un
contenido formal aséptico y más bien frío. Véase sino la interesante exposición
“+Humans El futuro de nuestra especie en el CCCB”. Los ejemplos del diseño tecnológico
que se nos muestran tienen una estética que produce cierto desasosiego. Estética
es por otro lado una palabra que prácticamente ya no citan los nuevos
diseñadores, ni raramente los nuevos programas de estudios.
Con todo creo que es posible una redefinición de la
disciplina que ubique al diseñador en un rol de especialista de la forma con
criterios solventes sobre usabilidades y temas de estilo. Estilo esta
otra palabra tan denostada y que solo habita ya en el mundo del diseño de
automoción. Este diseñador reformulado se moverá con soltura y autoridad entre
las diferentes tendencias globales para decidir y seleccionar con un criterio
híbrido, remasterizado del Movimiento Moderno y asimilando las nuevas
situaciones tecnológicas y sociales. Ser depositario de una amplia formación
cultural personalizará sus aportaciones.
Ya hace bastantes años el Director General de Epson España visitó Elisava
e impartió una conferencia muy motivadora a los estudiantes de diseño
industrial. En un momento dado mencionó que al departamento de diseño de su
empresa le llamaban el de la cosmética del producto. Esperemos que las nuevas
coordenadas de la disciplina no olviden las humanidades para que su aportación
formal sobre el producto no quede reducida a un simple acto de maquillaje.
Estoy convencido de que urge una nueva Bauhaus para el s.XXI.
(Fotos: de las exposiciones L'Essence du beau e Hypervital. Biennale Internationale Design Saint-Étienne 2015)