La semana pasada se clausuró la exposición de los Premios Delta ADI FAD 2009. En ella se exhibían unos 64 productos seleccionados de entre los aproximadamente 170 que se presentaron en la primera fase de esta convocatoria. Puede verse la galería de seleccionados y los productos premiados en la siguiente dirección: http://www.adifad.org/. El Delta de oro ha sido para una ingeniosa pieza de corrección dental, los deltas de plata han sido para un cubo de fregona con dos escurridores y dos compartimentos, un nuevo envase para la bombona de butano, un sistema de colocación en seco de baldosas de gres porcelánico, un alcorque compuesto por dos piezas de rotomoldeo, una bicicleta pública urbana sin cadena y con ruedas que no se pinchan y la pieza que ha roto la tendencia, y que a mi parecer incluso resulta contradictoria con el resto, ha sido el sistema de mesas basado en un perfil de extrusión del diseñador más internacionalmente reconocido que ha concurrido a los premios: Konstantin Gric. No se puede negar que han sido unos premios con mensaje y no con estas palabras pero si entre líneas se ha podido deducir de las diferentes manifestaciones que ha realizado uno de los integrantes del Jurado: el profesor Ramón Folch, conocido divulgador de temas científicos, biólogo y socioecólogo. El Dr. Folch ha denunciado el falso ecologismo, o la pintura verde, de muchos productos que solo por utilizar un material reciclado, o susceptible de reciclarse, ya pretenden ser sostenibles. También ha remachado repetidamente sobre el diseño que solo atiende a la estética y olvida todo lo demás. Los premios de este año inciden directamente sobre la variable funcional, sin olvidar, algunos de ellos prestar atención a los valores comunicativos de la forma. Pero no todos.
Lo curioso de toda esta reflexión sobre los premios de este año es que los valores sobre los que se ha insistido en destacar, son intrínsecos de un buen diseño y son portadores de ellos todas aquellas piezas que han trascendido o perdurado en el tiempo y siguen siendo reconocidas como ejemplares. En unos tiempos de crisis económica y a las puertas de una crisis medioambiental encaja que los premios tengan un cierto mensaje unitario, lo que personalmente me preocupa es que entre las bondades de los productos fruto de esta rama de la disciplina denominada ecodiseño se siga desvinculando las cualidades del aspecto formal. Ni una cosa sigue a la otra, ni al revés, el buen diseño es el mejor exponente del todo en uno y si desasociamos los aspectos formales del producto creo que no habremos avanzado mucho. O lo que es igual, muchos objetos pertenecientes a la historia del diseño ya eran además ecodiseños sin saberlo.
Lo curioso de toda esta reflexión sobre los premios de este año es que los valores sobre los que se ha insistido en destacar, son intrínsecos de un buen diseño y son portadores de ellos todas aquellas piezas que han trascendido o perdurado en el tiempo y siguen siendo reconocidas como ejemplares. En unos tiempos de crisis económica y a las puertas de una crisis medioambiental encaja que los premios tengan un cierto mensaje unitario, lo que personalmente me preocupa es que entre las bondades de los productos fruto de esta rama de la disciplina denominada ecodiseño se siga desvinculando las cualidades del aspecto formal. Ni una cosa sigue a la otra, ni al revés, el buen diseño es el mejor exponente del todo en uno y si desasociamos los aspectos formales del producto creo que no habremos avanzado mucho. O lo que es igual, muchos objetos pertenecientes a la historia del diseño ya eran además ecodiseños sin saberlo.
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