El pasado sábado asistí a la inauguración de la exposición de la serie "Oficis Singulars" que organiza Artesanía de Catalunya denominada "La Cerámica Negra de Quart i Verdú" en esta última población en la comarca de Urgell (Lleida). Con esta muestra se inauguraba la remodelación del castillo y merece la pena el viaje para ver el pueblo, el castillo y la exposición.
Es meritoria esta iniciativa de Artesanía Catalunya (www.artesania-catalunya.com) de vincular diseño y artesanía para dar una nueva expectativa a zonas que tienen una producción artesana singular, de calidad y de tradición consolidada. En esta ocasión han participado dos diseñadores y seis talleres. La renovación del producto y la abertura a nuevos mercados pasa por introducir otras tipologías formales, nuevas interpretaciones de uso y utilidades. La cerámica negra tiene unas cualidades asociadas al agua y especialmente a los botijos; concretamente en Verdú tiene una raigambre de más de 15 generaciones trabajando el mismo producto. A diferencia de La Bisbal con el potente núcleo turístico del Ampurdán y la Costa Brava, Verdú tiene mucha menos difusión y glamour en el sentido que le aplicaba hace unos años Terenci Moix en un interesante artículo denominado "Artesanía pobre, sensibilidades ricas".
Paralelamente se expone en Barcelona (Arkitektura, Via Augusta 185) la colección de piezas de la productora "Produzione Privata" de Michele de Lucchi, obra de diferentes diseñadores y realizadas por artesanos italianos. Como menciona Marta Feduchi en el artículo "Artesania que no caduca" (El Periódico de Cataluña 07·06·09, pag.22) "los objetos se diseñan con la ayuda de artesanos expertos, que con su talento saben exaltar las características innatas de materiales como el vidrio, el metal o la madera...". El diseño italiano sí que ha sabido interaccionar con su rica tradición artesanal. Prueba de ello es el capítulo específico que se destina a este tema en el Museo de Diseño de la Triennale di Milano.
Recogiendo algunas opiniones de nuestros artesanos vemos que aquí, fuera de las experiencias que muy meritoriamente se están impulsado desde Artesanía de Catalunya, esta imbricación es más difícil. Creo que se necesita mucha mano derecha para no herir susceptibilidades, para controlar la sobreposición de protagonismos, para que el diseñador no diluya el papel del artesano, y que este no se crea que es solamente el brazo ejecutor, también para que este no entienda que se está expoliando su "nkow-how", o que se diluya toda su herencia. Quince generaciones de una misma familia dedicándose al oficio de la cerámica, como me decía un artesano este mismo día, no es broma. Quizás una posible solución sea que las nuevas generaciones de artesanos fueran diseñadores de formación, o que los diseñadores aprendieran el oficio y ejecutaran sus propias piezas asumiendo esta tradición de cultura, material y lugar. En cualquier caso este es un campo de batalla para el diseño y lo tenemos bien cerca. Cada uno el suyo, naturalmente. El ejemplo ahora de las piezas de la exposición de Verdú da buena prueba de ello.