lunes, 31 de agosto de 2009

Reflexiones sobre un envase


Haber usado como cantimplora para las excursiones de este verano el envase de 1 litro de agua de Veri “trekking by Barrabés” me ha suscitado una serie de reflexiones sobre el packaging, las cualidades de los envases y las paradojas del consumo. El que los envases de agua u otras bebidas constituyen unos recipientes de muy buenas cualidades desgraciadamente infrautilizados no es un debate nuevo. De hace años he visto montañeros y escaladores en concreto que utilizan envases de agua con gas u otros refrescos, como cantimploras técnicas para llevar colgadas al cinto o en las mochilas. Estos envases de PET resisten lo indecible, las caídas, los impactos y las deformaciones y no influyen en el sabor del agua.

Después de muchos años de llevar cantimploras de aluminio con las características de uso que todos conocemos, reutilizar envases con unas buenas características, sobredimensionadas para este uso único, es un pequeño placer. Naturalmente no podemos reutilizar todos los envases que consumimos sin parecer sufrir el síndrome de Diógenes, pero saber aprovechar adecuadamente estos recursos, que tenemos fácilmente a disposición, es otra forma de sostenibilidad.

Este envase de agua de Veri tiene varios aciertos, uno de ellos es que por el precio de 50 céntimos tenemos un litro de agua y una excelente cantimplora, ligera y resistente. El color azul del plástico, utilizado por otras aguas como signo diferenciador, ayuda a dar una impresión de frescura al contenido. La forma simple y compacta del envase es cómoda para usar y guardar en las mochilas. El aspecto cuestionable se refiere a su forma. El diseño del envase mimetiza una clásica cantimplora suiza la “Swiss SIGG Bottles”. Desconozco si hay algún tipo de acuerdo o se trata puramente de adaptar un referente clásico dentro de este tipo de material. Es una lástima que no se haya encargado un diseño nuevo aprovechando esta interesante circunstancia.